Como ya hemos comentado en otras ocasiones, en Viavélez somos unos maniáticos cuando de la calidad del producto que utilizamos en la cocina para elaborar nuestros platos se trata , así que cuando nos llega un ejemplar como este rodaballo que hemos retratado en la cocina (tan bien acompañado) nos alegramos tanto que no podemos hacer más que correr a contarlo. Y es que la diferencia entre un rodaballo salvaje tan maravilloso como éste y los procedentes de la acuicultura industrial no se pueden explicar aunque se intente, pero cuando se prueba, esa diferencia surge nítida, y no se olvida. ¡Qué maravilla de animal!.
